En china, las manifestaciones de la sociedad han provocado una crisis en el gobierno debido a la política establecida de Covid cero pero el Partido Comunista pretende hacer oídos sordos a esto.
Tras más de dos años bajo la política de Covid cero, la vuelta a la normalidad ha comenzado de manera lenta, en un país donde todavía se resisten a convivir con el virus.
Las cuarentenas han podido cumplirse es sus respectivos domicilios de Pekín, y dentro de sus bloques de restricciones solo han afectado a las plantas adyacentes. Esta práctica representa un avance enorme. Dado que hace unas semanas antes, un escenario similar hubiera provocado el confinamiento de todo el complejo residencial e incluso el desplazamiento de los vecinos, contagiados o no, a campos de cuarentena.
El Gobierno municipal de Cantón ya implementó medidas similares para los contactos próximos de casos positivos de acuerdo a ciertos condicionantes. Por medio de esta concesión se trata de aplacar las manifestaciones de la población que en algunos casos terminaron en enfrentamientos con las fuerzas policiales.
Además, se permite desde esta semana que niños, ancianos y personas que trabajan o estudian de manera remota no participen de los testeos masivos, obligatorios al menos cada dos días. Esto beneficia a gran parte de los habitantes, ante el semiconfinamiento que desde hace semanas mantiene cerrados centros educativos, oficinas y todo tipo de locales comerciales.
Políticas frente a los rebrotes de Covid
Estas aperturas demuestran que la política de Cero covid se está dejando de lado. El rebrote actual en China es el peor desde el comienzo de la pandemia. Pero la sociedad ha demostrado no estar dispuesta a tolerar las restricciones imperantes, mucho menos un recrudecimiento de las mismas. Esto coloca a China ante una reapertura controlada pero forzosa.
Sun Chunlan, vice primera ministra, encargada de coordinar la estrategia sanitaria a nivel estatal expresó en su discurso “El país enfrenta una nueva situación y nuevas exigencias en la prevención pandémica a media que la patogenicidad de la variante ómicron se debilita, más gente está vacunada y se acumula la experiencia en la contención del virus”.
De esta forma, el Gobierno prepara el terreno para un inminente cambio de estrategia. Su objetivo es aplanar la curva de contagios. En este sentido la vacunación de ancianos supone un frente de acción prioritario, pues el 30 por ciento de los mayores de 60 años no ha recibido todavía la tercer dosis, la campaña lleva paralizada hace meses, pero el diario “Caixin” adelantó que las autoridades han fijado como objetivo elevar el porcentaje de vacunados al 90 por ciento a finales de enero del próximo año.