En un giro sorprendente de los acontecimientos, el presidente ruso Vladimir Putin ha acusado a Yevgeny Prigozhin, el poderoso fundador del Grupo Wagner, de incitar a una «rebelión armada». El Grupo Wagner, un ejército privado de mercenarios que ha estado luchando junto al ejército ruso en la invasión de Ucrania, se ha rebelado contra los altos mandos militares rusos y ha avanzado hacia el interior de Rusia, aproximándose a Moscú y quedándose a solo 200 km de la capital.
En respuesta a esta situación, Prigozhin anunció durante la noche del sábado que acordó detener el avance de sus tropas y «desescalar la situación» tras sostener conversaciones con el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko. Según el servicio de prensa de Lukashenko, las negociaciones se llevaron a cabo con el acuerdo de Vladimir Putin.
Previo a cesar su avance, una importante fuerza militar del Grupo Wagner capturó la capital de la región rusa de Rostov del Don, que alberga el centro de comando ruso encargado de contrarrestar las contraofensivas ucranianas en el sur de Ucrania. Putin, en un discurso dirigido a la nación, describió la situación como un motín armado y acusó a Prigozhin de traición, advirtiendo sobre una respuesta contundente.
El poderoso ejército privado de mercenarios desafía a las altas esferas militares y avanza hacia Moscú
La relación estrecha entre Prigozhin y el Kremlin, así como con Putin mismo, se remonta a años atrás. Existe la creencia de que el Grupo Wagner ha respaldado los intereses de Rusia en varios conflictos internacionales, incluyendo aquellos en Siria, Libia, Sudán y la República Centroafricana.
Además, a que que Prigozhin ordenara a sus tropas regresar a sus bases, el alcalde de Moscú, Sergei Sobyanin, emitió un comunicado anunciando un régimen de operaciones antiterroristas en la ciudad, y se declaró el día siguiente como «no laborable» para minimizar los riesgos. Sobyanin informó que los servicios de la ciudad estaban en alerta máxima.
Asimismo, En los últimos meses, Prigozhin ha acusado repetidamente al ministro de defensa de Rusia, Sergei Shoigu, y al jefe del ejército en Ucrania, Valery Gerasimov, de incompetencia y de desabastecer deliberadamente a las unidades de Wagner en Ucrania. Prigozhin ha proclamado que el liderazgo militar ruso debe detener el «mal» y ha prometido derrocar a los líderes militares rusos.
El desencadenante aparente de la actual situación fue la acusación de Prigozhin de que el ejército ruso lanzó un ataque mortal con misiles contra las tropas de Wagner en la retaguardia de la guerra en Ucrania. El gobierno ruso ha negado estas acusaciones y ha abierto un expediente penal contra Prigozhin por «llamamiento a la rebelión», un delito que puede llevar penas de cárcel de entre 12 y 20 años. No está claro si esta acusación se mantendrá después de las negociaciones facilitadas por Bielorrusia.
La policía antidisturbios y la guardia nacional llevaron a cabo redadas en la oficina del Grupo Wagner en San Petersburgo, y se informó que hombres enmascarados armados con rifles automáticos tomaron posiciones en un puente cercano a un hotel y un restaurante vinculados a Wagner. Según Prigozhin, se encontró una gran cantidad de dinero en efectivo durante las redadas, que según él, es para cubrir los pagos de compensación a los combatientes fallecidos de Wagner y otros gastos.
Este nuevo enfrentamiento entre el gobierno ruso y los mercenarios marca una importante escalada en las luchas internas dentro de Rusia, con consecuencias imprevisibles. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha descrito los acontecimientos como una señal de la «evidente debilidad» de Moscú y ha afirmado que ninguna mentira puede ocultar el caos actual.
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